viernes, 4 de mayo de 2012

Las confortaciones de los santos auxilios de Roque Dalton

I (1932)
Agustín Farabundo Martí 
dejo que lo abrazara
el cura con quien se había negado a confesarse
y camino firmemente al paredón.

De pronto se volvió
y llamo a Chinto Castellano,
secretario presidencial, quien lo había acompañado toda la noche
platicando y fumando puros
en la capilla ardiente

- Dame un abrazo vos - le dijo en el oído-, 
está fregado que sea de un cura tan intrigante
el ultimo abrazo que me lleve de la vida.
- ¿Y por qué yo?- le dijo Chinto.
-Ah- le contesto Farabundo-, porque vas a ser uni de nosotros.
Ya verás.

Y fue a ponerse frente al pelotón que lo fusiló.    

II (1934)
A Víctor Manuel Martín para poder fusilarlo
le tuvieron que poner unos burros de madera
(esos que usan para poner la tabla de planchar)
por los sobacos.
En la tortura le habían fracturado las piernas 
y los brazos y algunas costillas, 
fuera de que le habían destripado un ojo 
y machacado los testículos.

El mismo cura que no pudo confesar a Farabundo, 
se le acercó a Víctor Manuel  y le dijo:
"Hijo mio, vengo a reconfortarte el espíritu".

 Y aquel le contestó entre sus dientes rotos y sus labios reventados:
"Es el cuerpo el que me flaquea, no el espíritu"   
Después lo fusilaron.

III  (1973)
Cada dia que leo en las páginas sociales 
del Diario de Hoy y La prensa Gráfica 
esas lujosas esquelas mortuorias
de a docientos colones o más 
avisándonos que se murió un burgués
reconfortado con los santos auxilios
de nuestra religión católica,
 pienso en todo lo que nos dicen esos dos muertos
que rechazaron esos confortos y auxilaciones.

Las confortaciones e los santos auxilios de Roque Dalton. Las Historias Prohibidas del Pulgarcito    

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